viernes, 6 de abril de 2012

INSOPORTABLE MÚSICA EN LOS MICROS


Los conductores de transporte público no tienen un mínimo de respeto por nuestra salud auditiva. Quién no ha viajado en una custer o una combi para ir a su destino, aunque hay que recordar que cuando  una persona sube a estos transportes uno tiene que asumir las consecuencias que conlleva la de viajar, como la de soportar el bochorno, los malos olores, las discusiones con el cobrador, la presión entre los cuerpos, etc. Ya que ellos (cobrador y conductor) establecen sus propias reglas dentro de sus vehículos. Es común ver las broncas que se arman entre el pasajero y el cobrador por causas económicas.  Aunque eso es otro tema y mucho más amplio; a lo que me refiero es a la música estridente que retumban por los parlantes ubicados en la parte superior del micro o debajo de los asientos y que según ellos es para que los usuarios viajen “cómodamente”.

 

Lima es una ciudad que padece de contaminación auditiva causada por fábricas y por el sistema de transportes motorizados, más aún en las avenidas principales.  Muy aparte del propio sonido de los motores de los vehículos  y del sonido ambiental es realmente un martirio soportar diariamente esta acción de los transportistas.  Esta contaminación acústica es un problema que afecta directamente a nuestra salud  psicológica y fisiológica.  Ansiedad, estrés, irritabilidad, dolor de cabeza, taquicardia son algunas dolencias causadas por este problema. En un informe de la OMS (Organización mundial de la Salud) los sonidos por encima de los 90dB producen dolor de oído y por encima de los 130dB pueden causar sordera. De hecho, esta entidad asegura que cualquier ambiente con una contaminación sonora por encima de los 50dB es perjudicial para el cuerpo.

Los transportes públicos se han convertido en un equipo de sonido con llantas. Y cuando alguien alza su voz para reclamar por el ruido, ellos no hacen caso, pero si el usuario no quiere pagar su pasaje apagan la radio  rápidamente y si es posible se estacionan en cualquier lugar apagando su motor para obligarle a bajarlo del transporte. Claro el conductor y el cobrador con sus actitudes típicas del peruano “pendejo” logran conseguir sus objetivos. Es que existen dos polos opuestos. Por un lado, el cobrador tiene sólo una misión: la de meter la mayor cantidad de personas en el micro lo que significa más dinero. Y por el otro, los pasajeros que necesitan viajar en contra del tiempo para llegar a sus destinos.


Hay que reconocer que no todos los transportistas cometen esta insana actitud, algunos moderan el volumen de la música. Lo que falta es una posición fuerte por parte de los usuarios y alzar la voz de protesta cuando se viaja. Es que los pasajeros dentro del vehículo no dicen absolutamente nada. Y si tanto les gusta la música con un volumen extremadamente alto por qué no usan audífonos. Sería lo ideal. Pero esa acción lo veo lejos, por lo pronto sólo alcemos la voz ante estos personajes.





Autor: Marco Peña

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